A fondoEn CortoSociedad

El día de mañana se acerca peligrosamente

Si no viste la película de Roland Emmerich, El día de mañana (2004) te aconsejo que la busques y la veas. Trata del colapso de la corriente atlántica y de la llegada de un nuevo período glacial. La corriente atlántica traslada agua cálida salada del Trópico hacia el Atlántico Norte y es la responsable del clima cálido del que gozamos en Europa Occidental. El calentamiento global que provoca un constante deshielo de Groenlandia y el Ártico está cambiando la salinidad del mar y nos sentencia a un invierno polar permanente en la Europa atlántica.

La corriente atlántica lleva agua tibia y salada hacia el norte, a poca profundidad, transportando 1,2 millones de gigavatios de energía térmica. Eso equivale a unas 160 veces la capacidad energética de todo el sistema eléctrico del mundo. La corriente, que calienta el aire circundante a medida que avanzan hacia el norte, constituye un factor clave de por qué Europa occidental es más cálida que el este de Canadá a pesar de que se encuentra aproximadamente en la misma latitud. Las aguas se vuelven más frías y densas a medida que alcanzan las latitudes altas, lo que obliga a las corrientes a sumergirse varios kilómetros por debajo de la superficie, extenderse hacia afuera y doblarse hacia el sur. Ese hundimiento del agua en las profundidades del océano ayuda a impulsar el sistema. Pero la dulcificación del agua, la pérdida de salinidad, por el deshielo puede hacer detener esta cinta transportadora ocasionando un nuevo período glacial. Debido al cambio climático, las capas de hielo que se derriten vierten agua dulce en el océano en latitudes más altas, y las aguas superficiales retienen más calor. Las aguas más cálidas y dulces son menos densas y, por lo tanto, no son tan propensas a hundirse, lo que está socavando la fuerza impulsora de esta cinta transportadora.

La mala noticia es que ya está ocurriendo. Según un estudio, publicado en la revista Nature, existen ya indicios suficientes en el comportamiento de esta ‘cinta transportadora’ de agua (conocida como Atlantic Meridional Overturning Circulation -AMOC-) como para determinar que está al borde de un “colapso inminente”. “Una vez esto ocurra, el movimiento de aguas cálidas tropicales a la zona del Atlántico norte cesará, con lo que se convertirán en aguas más frías e influirán de manera determinante en el clima de la región”, asegura el físico atmosférico de la Universidad  Complutense de Madrid, Juan Jesús González Alemán. Si eso sucediera, probablemente se produciría un desastre climático, congelando buena parte del norte de Europa y cayendo 10º C las temperaturas medias en invierno en el resto. El nivel del mar subiría entre 30 cm y medio metro. Las consecuencias no sólo afectarían al Norte del Atlántico sino también al conjunto del mundo: los monzones de verano en la mayor parte de África y Asia se volverán más débiles, aumentando las probabilidades de sequías y hambrunas que podrían dejar a millones de personas sin alimentos ni agua. Sería una «catástrofe global», afirma el profesor del Instituto de Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático, Stefan Rahmstorf. Los estudios de Rahmstorf del Instituto Potsdam (Alemania) y de otros investigadores concluyen que la AMOC es aproximadamente un 15 % más lenta que a mediados del siglo XX y puede estar en su punto más débil en más de 1.000 años.

El Ártico se está calentando más rápido que ningún otro sitio en la Tierra. En los últimos 50 años, la temperatura aumentó allí más del doble que en el resto del planeta. El hielo marino a finales de verano cubre hoy apenas un 50% del área que cubría hace cuatro décadas. Son nueve los puntos de inflexión climáticos que se han incluido en la lista elaborada por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), por estar afectados de manera grave o por estar en grave riesgo de desaparición. Estos nueve elementos son el hielo marino del Ártico, la capa de hielo de Groenlandia, los bosques boreales, el permafrost, el sistema de corrientes del océano Atlántico, la selva del Amazonas, los corales de aguas cálidas, las capas de hielo del océano antártico occidental y la Antártida oriental. Todos estos puntos de inflexión están interconectados y, por tanto, lo que afecte a uno tiene repercusiones en otro.

El día de mañana, es una exageración. De producirse el colapso de la cinta transportadora (AMOC) no vamos a tener tsunamis gigantescos ni una glaciación inminente en un para de días como se visualiza en la película, pero sí en un espacio de una década o un par de décadas pueden desarrollarse efectos muy nocivos para el clima y nuestra forma de vida actual. Efectos que, una vez consolidados, pueden tardar mucho tiempo en desaparecer.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *