Historia

Cuando Portugal se tiñó de rojo (parte II)

(Se aconseja leer esta primera parte antes)
El movimiento obrero rápidamente se autoorganizó mediante comisiones representativas de fábricas y empresas. Lógicamente, las demandas salariales y de mejora de las condiciones de trabajo estuvieron encima de la mesa en multitud de sectores: textil, astilleros, electricistas,… Huelgas masivas empezaron a convocarse por todo el país. Las tierras de los terratenientes fueron ocupadas por los jornaleros. La presión del movimiento obrero impulsó el movimiento revolucionario obligando al gobierno provisional de los oficiales a tomar medidas a favor de la clase trabajadora. La banca se nacionalizó y gran parte de la industria. Se les otorgó la independencia las colonias y se repatrió a las tropas. Se suprimió la policía política y la censura y representantes del Partido Socialista y del Partido Comunista, que estuvieron hasta hace poco en el exilio, se incorporaron al gobierno.
Las relaciones económicas seguían siendo formalmente capitalistas, había empresas privadas que compraban y vendían sus productos al mercado, había bancos que prestaban dinero y negociaban con tus depósitos, pero en la esfera de la superestructura  se había producido un enorme cambio. Siguiendo las palabras de Engels, si el estado eran fundamentalmente «cuerpos de hombres armados en defensa de la propiedad privada», en el Portugal de 1974-75, en un país de la OTAN, sólo el ejército quedó impoluto tras la revolución de los claveles, el mismo que se alzó contra la dictadura y se hermanó con el Pueblo. El Movimiento de las Fuerzas Armadas terminó creando el COPCON (Comando Operacional del Continente), un cuerpo de élite de 5000 tropas, al mando de comandantes izquierdistas como Otelo Saraiva de Carvalho. El COPCON ejercía de verdadera guardia pretoriana de la revolución oponiéndose a todas las intentonas derechistas de cambiar el rumbo, incluidas las que pudieran venir del propio gobierno. Es decir, por un lado, las relaciones económicas y sociales seguían siendo, en gran parte, capitalistas pero la superestructura política e institucional no acompañaba ese escenario. Todo era cambiante y convulso, el golpe abrió paso a una revolución política con un pueblo movilizado que intentaba que fuera social.
Desde abril de 1974 hasta septiembre de 1975, se desarrolló una situación de doble poder. Por un lado, el gobierno provisional, con oficiales  de diferentes tendencias, partidos burgueses y el PS y el PC. La presencia del PS y del PC era importante para calmar a la gente: «Los nuestros están en el gobierno». Sin embargo, el impulso revolucionario de las masas radicalizadas fue a más. Las ocupaciones de tierras, empresas y fábricas continuaban, los trabajadores no obedecían a sus jefes e incluso cuestionaban la propiedad de sus patrones. Varios intentos golpes de estado derechistas fueron parados por la gente y el COPCON.
Tras los sucesivos fracasos de los intentos de golpe de estado, la reacción terminó entendiendo que la vía para recuperar el poder por parte de los sectores más poderosos de Portugal pasaba por la contrarrevolución democrática, es decir, las urnas y el Parlamento. Y para ello, era necesaria la participación del Partido Socialista de Mario Soares. Soares fue la gran figura en la que se apoyarían, en una primera fase, para poner coto a las masas y oficiales radicalizados. Mediante elecciones y la conformación de un gobierno salido de las urnas, la burguesía portuguesa diseñó su regreso al poder y el Partido Socialista fue la herramienta más adecuada para tal fin. Al venir de un régimen totalitario, de una dictadura, las ansías de libertad y democracia de la población no eran pocas. Y el papel de los medios de comunicación fueron clave para garantizar la victoria de Soares y del PS en las elecciones.
Lentamente, el nuevo gobierno fue, poco a poco, intentando desmontar el poder de los militares más izquierdistas que terminaron alzándose en septiembre de 1975, siendo derrotados por comandos leales al gobierno dirigidos por el coronel Ramalho Eanes. El COPCON fue abolido y el proceso de agitación social que se vivía desde hacía 18 meses tendió a declinar. Los poderes reales, los no elegidos, los poderes en la sombra, lograron restituir el orden y en formato de una democracia liberal, Portugal, entró de nuevo en la órbita de Occidente tras rozar el socialismo.

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