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Cuando Portugal se tiñó de rojo (parte I)

Hoy, 25 de Abril de 2021, se cumplirán 47 años de la Revolución de los Claveles. Sólo faltan tres años para que se cumpla medio siglo de uno de los procesos revolucionarios más genuinos e interesantes de la historia moderna de Europa. Algo inaudito en Occidente ocurrió: un golpe de estado dirigido y protagonizado por oficiales jóvenes derribó la dictadura más vieja de Europa. Un movimiento militar que rápidamente contó con un amplio apoyo popular que llevó a Portugal a rozar el socialismo.

Varios factores se entrelazaron para que Portugal se convirtiera en el foco revolucionario del mundo en 1974. Internamente, Portugal sufría una dictadura desde 1926. Un golpe militar acabó con los 16 años que duró la primera república instaurada tras la llamada revuelta republicana de 1910. Los militares rápidamente prohibieron los partidos, impusieron la censura de prensa y formaron un régimen autoritario que en 1933 dió paso al Estado Novo de Oliveira Salazar, cuyo lema era «Dios, patria y familia». Este régimen, también conocido como segunda república, fue una dictadura corporativista, católica integrista, colonialista y para fascista, sostenida sobre la tortura y la represión. La policía secreta del régimen, la PIDE, controlaba cada aspecto de la vida del país, mantenía infiltrados en las organizaciones clandestinas de la oposición y disponía de cárceles secretas y campos de concentración para detenidos.

El régimen de Salazar tuvo que enfrentar militarmente la revolución anticolonialista que se desarrollaba en Angola, Guinea-Bisáu y Mozambique. Desde 1961, la guerra contra los movimientos de liberación nacional en sus colonias africanas produjo en las filas de la metrópoli 13.000 muertos y 60.000 heridos. Había una gran oposición a la guerra en Portugal: 107.000 jóvenes huyeron del país para evitar hacer la mili. Esta guerra, que se llevaba el 45% del presupuesto anual del país, había elevado los impuestos indirectos en un 73%, soportando las familias trabajadoras la mayor carga económica.

A esta situación de ausencia de libertades y sangría colonial se suman las consecuencias de la crisis económica mundial de 1973, que provocó, entre otras cosas, una inflación galopante. Portugal, entonces, era ya el país más pobre de toda Europa. Entre 1960 y 1974, según las estadísticas disponibles, salieron de Portugal, en busca de mejores condiciones de vida, 1.478.786 portugueses o sea, cerca de un sexto de la población residente censada en 1960 (8.889.392). La política económica de la dictadura había agudizado las diferencias sociales. En el mundo rural, 275 haciendas (de un total de 11.500) poseían el 70% de la tierra cultivable.

En el mundo, un país semi colonial y atrasado como Vietnam estaba venciendo a la primera super potencia económica y militar del mundo, los EEUU. Las movilizaciones y protestas contra la guerra de Vietnam alcanzaban dimensiones de masas en muchos países, particularmente en los EEUU donde las autoridades respondieron con la represión, matando la Guardia Nacional a cuatro estudiantes e hiriendo gravemente a nueve en la Universidad de Kent, en 1970. Dos años antes, en Francia, la juventud se alzó contra el Gobierno del general de Gaulle. Millones de estudiantes en huelga, saliendo en manifestaciones masivas terminaron contagiando al movimiento obrero que realizó una huelga general histórica donde hubo hasta ocupaciones de fábricas y empresas. En Chile, se vivió un proceso revolucionario que comenzó con la victoria en la urnas de Allende en 1970 y que finalizó dramáticamente con el golpe de estado de Pinochet. El mundo estaba muy convulso.

En este contexto, comienza a desarrollarse en Portugal un cierto fermento social. Los estudiantes comenzaron a protestar, con paros masivos y el régimen ordenó cerrar las universidades y se reprimió duramente a los alumnos, incluidos a los de enseñanza secundaria. Comenzaron a surgir formas de auto organización obrera como la Intersindical contra el sindicato vertical del régimen y se generalizaron las huelgas con decenas de miles de trabajadores y trabajadoras en huelga. Surgen espontáneos movimientos vecinales que organizan protestas por la carestía del transporte público o la falta de viviendas. Hasta los médicos se reúnen en asambleas y convocan concentraciones y huelgas por el mal estado de la sanidad pública.

En la cúspide de la sociedad, la oligarquía portuguesa también comenzó a moverse tímidamente pensando en una futura integración en la CEE. En febrero de 1974, el general Spínola, vice jefe del Estado Mayor, publicó su libro, Portugal e o futuro, donde abogaba por parar la guerra y buscar una salida política al problema colonial. Marcelo Caetano, jefe del gobierno, que sustituyó a Salazar en 1968, lo destituyó. Spínola quería dejar el control militar directo, caro económicamente y sobre todo, en vidas, y sustituirlo por un moderno neocolonialismo económico. Spínola no era un militar izquierdista, luchó como voluntario portugués con la División Azul española en el sitio de Leningrado y fue gobernador militar de Guinea-Bissáu en plena guerra, donde se dió una sistemática vulneración de los derechos humanos y crímenes de guerra. Su línea enfrentaba directamente con el Gobierno que quería continuar la guerra. Como se ve, el Estado Novo no satisfacía ya ni a los militares, ni a las grandes empresas, ni por supuesto al movimiento obrero y popular.

El Movimento das Forças Armadas

En 1973, jóvenes oficiales de carrera crearon el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), la mayoría de ellos tuvieron destino en las colonias y vivieron la guerra. En un principio, el movimiento fue motivado por razones corporativistas, dado que los oficiales de carrera no tenían privilegios respecto a sus compañeros de armas de reenganche. Pero muy pronto se dieron cuenta de que el principal escollo para acabar con una guerra que duraba ya más de una década era el propio régimen.

Entre estos oficiales destacan el capitán Salgueiro Maia, el capitán Vasco Lourenço; los comandantes Vítor Alves, Melo Antunes y Otelo Saraiva de Carvalho. Posteriormente, se unió el coronel Vasco Gonçalves y en las vísperas del golpe, los generales Costa Gomes y Spínola, entonces los generales más populares de las fuerzas armadas.

En marzo de 1974, un regimiento de infantería se sublevó cerca de la capital. El llamado Levantamiento de las Caldas fracasó ese mismo día y el Gobierno de Caetano inició una campaña de redadas entre militares sospechosos. Esto hizo que el MFA se decidiera a acelerar sus planes.

El 25 de Abril

Efectivamente, a finales de abril, se produce el golpe. Otelo dirige las operaciones desde un cuartel de Lisboa. La señal para el inicio del operativo es una canción prohibida por el régimen que será emitida por una radio católica, Rádio Renascença. A las 00:25 del 25 de abril, Grândola Vila Morena de Zeca Afonso pasará a la historia.

«Grândola, vila morena de
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade»

«Tierra de fraternidad, la gente es la que más manda». Y la gente salió a la calle abriendo las grandes alamedas de la historia tras las unidades militares que fueron tomando posiciones estratégicas en todo el país. Aeropuertos, estaciones, edificios oficiales, sedes policiales, nudos de comunicación, etc. A las 9 de la mañana, prácticamente el MFA controlaba Portugal, excepto algunos reductos en la capital.

El dictador refugiado en el cuartel del Carmo, rodeado por unidades del ejército y por miles de civiles, termina rindiéndose ante el general Spínola a las 17:45 h. Caetano llamó a Spínola y le dice que quiere entregarle el poder y no dejarlo al albur de la calle. Spínola se lo comunica a Otelo, y este tras consultarlo con Vitor Alves, que formaba parte del triunvirato de dirección del MFA, decide aceptar la intermediación de Spínola. Caetano y sus ministros serían escoltados al aeropuerto desde donde tomaron rumbo a Brasil, una dictadura militar entonces. El cuartel de la policía política en la capital resistió hasta el 26 de abril tras disparar desde sus ventanas y asesinar a cuatro civiles.

Inmediatamente, comenzaron a volver los exiliados: Soares, Cunhal… Los presos políticos fueron puestos en libertad. Y el 1º de Mayo se vivió una de las mayores movilizaciones de la historia de Portugal, con un millón de personas, 600.000 desfilando por la capital, pero esta vez en libertad y sin temor a la policía. Cientos de miles portan banderas rojas y de sus gargantas salen consignas exigiendo el socialismo y la nacionalización de la economía; los claveles rojos, símbolo del movimiento, sobresalen de los fusiles de los soldados. Inmediatamente se declaró el fin de la guerra: las tropas coloniales comienzan la confraternización con las guerrillas y los movimientos de liberación nacional. Para algunos todo había acabado, se instaura la tercera república, pero para muchos no era más que el principio de la lucha por el socialismo.

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