Una película de serie B: el relato oficial del 23F
Nos presentarán el 23F en su 40 Aniversario como la historia de un loco con tricornio y un rey que salvó la democracia. Como película montada para consumo masivo del público, tenemos al malo y al bueno. Pero sólo es una mala película con un débil argumento. La realidad fue más compleja y se nos ha ocultado durante décadas.
Ese día, el 23 de febrero de 1981, el director general de seguridad, Francisco Laína, ordenó pinchar los teléfonos del Congreso de los Diputados, una vez que supo que unos 200 guardias civiles lo habían tomado. 98 horas seguidas de grabaciones que nunca vieron la luz. En esas grabaciones está gran parte de la verdad desconocida del 23F. Me pregunto si preferimos la verdad o seguiremos consumiendo la película de serie B.
Nadie ha explicado, por ejemplo, las razones del sospechoso despliegue de los buques de la VI Flota ante las costas españolas. O porque las bases americanas en España estuvieron en estado de alerta desde el 20 de febrero.
También sería apropiado que alguna voz autorizada del PSOE explicara lo que se publicó hace mucho tiempo. Según algunas publicaciones, el 22 de octubre de 1980, se reunieron en Lleída, los dirigentes del PSOE, Múgica y Reventós, con el general Armada. El general que luego sería condenado a 30 años de prisión por su participación en el golpe de estado les presentó su propuesta de gobierno de concentración cívico militar presidido por él mismo donde el entonces jefe de la oposición, Felipe González, sería vicepresidente. Múgica informó a la ejecutiva de su partido. Curiosamente, Armada fue indultado posteriormente por el gobierno del PSOE y sólo cumplió 5 de los 30 años. La motivación del indulto fue que tenía problemas de salud. No estaría muy enfermo cuando vivió 25 años más.
Con esas grabaciones también se podría saber la extraña y poliédrica relación existente entre la trama civil, empresarial y comunicativa del golpe con las distintas tramas militares, los distintos golpes que confluyeron: el de los coroneles, el de los generales o el del propio CESID (los servicios secretos españoles) para supuestamente desactivar a los anteriores. Por ejemplo, parece demostrado que agentes del CESID colaboraron e incluso llegaron a escoltar los autobuses con los que los 200 guardias civiles llegaron al Congreso. Aunque sólo Vicente Gómez Iglesias, uno de los jefes operativos del CESID, fue condenado en el juicio del 23F. Hubo más, pero no fueron acusados.
Tampoco está claro, todavía, quienes estaban detrás del Colectivo Almendros que desde las páginas de El Alcázar abogaba por «la legítima intervención de las fuerzas armadas» ante «la pérdida de identidad de España». Esto se escribió 20 días antes del golpe.
Los tanques no salieron sólo en Valencia, también hubo columnas de tanques en Sevilla. Los tanques estaban preparados desde por la mañana y salieron del acuartelamiento de Las Canteras en Alcalá de Guadaira camino de la capital andaluza. Dicen que al capitán general de la II Región Militar le tuvieron que emborrachar con Chivas Regal 12 años para que no firmara el estado de guerra como hizo Milans en Valencia.
En Madrid, tomaron televisión española y las radios. Se puso música militar. Por la noche, Armada se reunió con Tejero en el Congreso y le enseñó su lista del gobierno donde dicen estaban González, Tamames, Peces Barba, Múgica, Ansón, Saenz de Santamaría, etc. Tejero se indignó. Quería un gobierno militar autoritario y se sintió engañado, prohibiéndole a Armada que se dirigiera a los diputados. Pero hubo mucho más que una comedia de dimes y diretes entre el emérito, Sabino, Milans, Tejero y Armada.
Las grabaciones podrían decir mucho pero misteriosamente desaparecieron. O no, y quizás vean la luz cuando pasen 50 años, quién sabe. La verdad murió desde el momento que decidieron vendernos la película y fue ampliamente divulgada. Hoy tenemos una nueva reedición.