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El complot de Tablada

¿Qué tiene que ver el aviador Ramón Franco, hermano del que fuera posteriormente dictador durante 40 años; el médico anarquista Pedro Vallina y el andalucista Blas Infante?

El 28 de junio de 1931 se celebraron las elecciones constituyentes convocadas tras la proclamación de la Segunda República. En la circunscripción de Sevilla se presentaba la Candidatura Republicana Revolucionaria Federal Andalucista, el Partido Republicano Revolucionario, cuyo cabeza de lista era el héroe del vuelo del Plus Ultra que fue apoyado por Blas Infante y su amigo, Pedro Vallina. Franco también se presentaba por Barcelona en las listas de Esquerra Republicana.

En aquel momento, Franco era muy conocido pues a la hazaña aérea de cruzar el Atlántico se unió su exilio por participar en el pronunciamiento de Cuatro Vientos, un intento de golpe de estado para derribar la monarquía de Alfonso XIII, junto a Queipo de Llano, el que más tarde fuera el virrey genocida durante el franquismo.

El PRR fue la segunda candidatura más votada de las cinco que se presentaron y obtuvo un escaño. Hecho que sólo puede ser explicado por el apoyo de Vallina y su ascendencia en el movimiento jornalero anarcosindicalista. El andalucismo de Infante tenía una carga de clase, el mundo jornalero y la necesidad de la reforma agraria para acabar con el latifundio y la clase terrateniente, un importante elemento de conexión con el médico anarquista.

¿Y qué fue el famoso e inexistente complot de Tablada? Trasladado como jefe a la base de Tablada, Franco convirtió el acuartelamiento en todo lo contrario: una base para la campaña electoral del PRR. Según el diario El Liberal, «el día 22, en los cielos de Sevilla pudieron ser vistas dos avionetas con las inscripciones de ‘Viva Andalucía Libre’ arrojando panfletos». La anómala situación provocó un estado de excitación en la tropa que llegaron a redactar listas de cabos y soldados adictos al comandante Franco. Además, hubo protestas por la mala calidad del rancho.

El 24, Franco se rompió una pierna en el mitin de Lora del Río al caerse el escenario, hecho que el candidato atribuyó a un atentado. En esos días hubo un trasiego de aviones procedentes de las bases de Marruecos pilotados por amigos del famoso aviador. También, otro amigo suyo, el teniente coronel Camacho, ordenó el traslado de 500 bombas de aviación de la Maestranza de Artillería con destino a Tablada, algo normal pues las bases de aviación tienen su propio arsenal.

Sin embargo, todo esto produjo la consiguiente denuncia por parte de una minoría de oficiales monárquicos opuestos a Franco. El nerviosismo era tal que una mala combustión de un coche dentro de la base provocó un ruido que ciertos militares confundieron con explosiones llegando a sacar sus armas y creyendo que eran objeto de un ataque.

El Ministro de Gobernación de la II República, Miguel Maura, de la derecha republicana y séptimo hijo del político conservador y ministro de Alfonso XIII, enterado de todo, envía a Sevilla con plenos poderes al general Sanjurjo, que meses después se alzaría contra la República. Sanjurjo, en breve tiempo ordenó la detención del teniente coronel Camacho y de otros jefes militares amigos de Franco.

El ministro Miguel Maura, en sesión parlamentaria, fue el creador oficial del mito del complot de Tablada. La sinopsis de esta fakenews era: unos oficiales radicalizados junto al movimiento anarquista y andalucista pretendían tomar por la fuerza la base de Tablada, hacer la revolución social y lograr el Estado Libre de Andalucía, la independencia de Andalucía, bombardeando todo lo que se pusiera por delante. La realidad era bien diferente: ahogar mediante la criminalización política y judicial cualquier atisbo de alianza entre el andalucismo, el anarcosindicalismo y los militares republicanos.

Lo bueno de esto, quizás, fue el regalo que nos dejó Blas Infante con su libro «La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía». Un libro altamente recomendable, donde si sabe leer bien, se encuentran pasajes de alta inspiración revolucionaria.

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