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«Te estoy amando locamente»: peliculón, sin preámbulos

Acabo de ver «Te estoy amando locamente» de Alejandro Marín y sólo puedo decir una cosa: espero que se lleve todos los premios habidos y por haber. Sin preámbulos, es un peliculón. El año pasado «As bestas» y «Modelo 77» llevaron a nuestro cine a cotas impresionantes de calidad, autenticidad y reconocimiento. «Te estoy amando locamente» reúne todos esos ingredientes porque logra transmitir, sin caer en el burdo panfleto, una experiencia cinematográfica de primer orden. Basada en hechos reales, se trata de la intrahistoria del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR), nacido en Sevilla durante aquellos convulsos años de la Transición.

Enorme la actuación de Ana Wagener (Reme), la madre viuda que intenta sin éxito que su hijo sea abogado y va encontrando en ese camino todas las contradicciones de una vida anclada en el pasado y que hoy no entenderíamos. Fabuloso también el onubense Omar Banana (Miguelito), el protagonista, que por querer ser él mismo, sufre palizas, electroshocks y detención. En un contexto, donde la franquista Ley de Peligrosidad Social aún se aplicaba contra las personas LGTBI que eran reprimidas brutalmente por la policía y el sistema judicial. Y no quiero dejar atrás las fabulosas interpretaciones de La Dani, artista queer malagueño; la gaditana Alex de la Croix y también, la de Alba Flores.

Alejandro Marín ha sabido mostrar una parte de nuestra historia con brillantez, capturando la época, metiendo al espectador en la escena, con una profundidad emocional que conmueve. Y no era fácil reproducir la Sevilla de 1977 con los escenarios actuales. La fotografía muy lograda. El vestuario perfecto. La banda sonora es maravillosa y muy apropiada al momento. Marín ha conjugado perfectamente la dialéctica madre hijo, con una Reme que toma conciencia y descabeza el protagonismo de su hijo.

La mejor película española de lo que llevamos en 2023. Y muy de actualidad porque corremos el riesgo de que esa España en blanco y negro vuelva de nuevo, cuando creíamos que la habíamos dejado definitivamente atrás. El cine hispano tiene su Pride y sin mineros.

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