Cuando luchar contra las nucleares te costaba la vida
Hace ahora 40 años, en 1979, una joven ecologista de 23 años, Gladys del Estal, que participaba en Tudela (Navarra) en una protesta contra la construcción de tres centrales nucleares en el País Vasco, recibió un disparo en la cabeza a corta distancia. La concentración estaba autorizada y aún así, la policía antidisturbios la disolvió. Un grupo de siete personas decidieron realizar una sentada como protesta en el puente del Ebro. Fuera del casco urbano la custodia del orden público estaba encomendado a la Guardia Civil, en concreto a la Agrupación de Tráfico. Un subteniente de la Guardia Civil al mando de varios guardias, sin material antidisturbios, armados con metralletas a las que se les quitó el seguro, se dirigieron a las personas que estaban sentadas dándoles culatazos para desalojarlas. Gladys del Estal no llegó a levantarse, el guardia civil José Martínez Salas se dirigió a Gladys del Estal dándole un culatazo y, a continuación, recibió un disparo en la cabeza. Fue condenado por imprudencia temeraria a 18 meses. El tribunal entendió probado que al guardia se le disparó el subfusil de forma no intencionada. Nunca entró en prisión y fue condecorado posteriormente en dos ocasiones.