Podemos y la crisis de régimen
FICHA 3. PODEMOS Y LA CRISIS DE RÉGIMEN
A/ La mutación del franquismo
En los 40 y 50, la destrucción y el hambre provocada por la guerra y el aislamiento internacional de la dictadura franquista tras la 2ª Guerra Mundial encontró un salvador en Perón y su ayuda económica. Entonces, Argentina, era una potencia económica internacional. En 1945, el PBI per cápita de Argentina solo era superado por Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda. Detrás de Argentina se ubicaban una veintena de países europeos, que afrontaban su reconstrucción tras la enorme destrucción ocasionada durante la 2ª Guerra Mundial.
La situación económica tras la guerra civil era desastrosa. El conflicto supuso el retroceso más grave en los niveles de bienestar de la población en los últimos 200 años de historia. La producción industrial bajó un 30%, la agraria cayó un 20%, el 34% de las locomotoras fueron destruidas. La clase obrera perdió gran parte de sus activos. Mientras que la población activa descendió en Italia un 2 % o en Francia un 3 %, en cinco años de guerra mundial, el Estado español superó esas cifras sólo en tres, situándose la pérdida entre un 2,7% y un 4%.
La renta per cápita no recuperó el valor de 1935 hasta 1953, 20 años después. Por eso se conoce este período como los años del hambre. Entre 1939 y 1942, con un repunte en 1946, unas 200.000 personas murieron por hambre o enfermedades asociadas a una nutrición insuficiente.
En 1947, cuando Evita visitó Madrid y recorrió España, el franquismo era un régimen bonapartista policíaco militar, sin las bases sociales de apoyo en las capas medias con las que contó el fascismo en el 36. Un año después, el PCE decidió acabar con la lucha armada contra el franquismo, a instancias de Stalin. Las casi 20 agrupaciones guerrilleras se extendían por prácticamente toda la geografía española. Un informe oficial de la Guardia Civil señalaba la muerte en acciones de 2.036 guerrilleros y la captura de 3.211 prisioneros entre 1943 y 1950. La Guardia Civil sufrió 243 muertos y 341 heridos. Más de 60.000 personas fueron detenidas por ejercer de enlaces o colaborar con la guerrilla.
La represión en aquella época era feroz. El régimen mantuvo el ‘estado de guerra’ hasta 1948, es decir, nueve años después del final de la guerra civil. Unas 500.000 personas estaban encarceladas y muchas trabajaban en los 300 campos de concentración franquistas. Se cree que 129.000 personas fueron asesinadas, unas 50.000 después de la victoria franquista en la guerra civil. Los cadáveres de muchas de estas víctimas del fascismo, la mayoría militantes de organizaciones políticas y sindicales socialistas, anarquistas o comunistas o simples republicanos y demócratas, se hayan todavía en fosas comunes.
Por facilitar algunos datos ilustrativos sobre el alcance de la represión, sólo en Andalucía sabemos de la existencia de 708 fosas comunes y al menos 45.000 personas asesinadas por el franquismo. Además, 100.000 demócratas y antifascistas fueron detenidos y esclavizados por el franquismo en 55 campos de trabajo, distribuidos por toda la geografía andaluza. De las 50.000 personas que pudieron exiliarse huyendo de una muerte segura, 1.500 acabaron en los campos de exterminio nazis. Además, 60.000 víctimas de la represión franquista sufrieron el saqueo de sus propiedades.
Para darnos cuenta de la dimensión de la represión en Andalucía hay que saber que sólo tres provincias andaluzas, Granada, Cádiz y Sevilla, tuvieron más asesinados que los 30.000 detenidos desaparecidos de la sangrienta dictadura argentina. Qué Córdoba o Málaga doblan las víctimas de la dictadura chilena de Pinochet. O que las víctimas de La Desbandá doblan o triplican las ocasionadas por el bombardeo de Guernica.
Mutación económica
En los años 60 se produce una transformación decisiva de la economía española. Hasta los años 60, la economía española era cerrada, autárquica y con un notable predominio del sector primario, fundamentalmente la agricultura. La puesta en marcha de planes económicos por parte de la dictadura, de la mano del FMI, condujo a un desarrollo industrial sin precedentes cuyos pilares básicos fueron la industria textil, la siderúrgica, el calzado, la industria del mueble, los automóviles, la construcción naval, electrodomésticos, farmacia, la alimentación, la construcción y el turismo.
El cambio de dirección económica se produjo a finales de los 50 cuando los cuadros del falangismo que controlaban los ministerios del gobierno franquista fueron sustituidos por ministros del Opus Dei. El mismo año que el Che Guevara se paseó por Madrid, tras la victoria de la revolución cubana, el Gobierno franquista aprobó Plan de Estabilización de 1959, elaborado por el economista francés, Gabriel Ferras, delegado del FMI, junto al director de estudios del Banco de España, Joan Sardá. Un plan que pretendía acabar con la autarquía y abrir y liberalizar la economía española.
Al principio, supuso un revés en la economía, creó desempleo y cierre de empresas, pero a los pocos años, aprovechando el boom económico de la postguerra y la apertura a la economía internacional, hubo una considerable entrada del capital extranjero debido a los bajos salarios, lo que unido a los ahorros de la emigración, consiguió estimular la inversión y hacer despegar a la economía española. El conocido como milagro económico español (1959-73), con tasas medias anuales de crecimiento del PIB del 7%, sólo superadas por Japón a nivel mundial, cambió por completo la estructura económica y social del Estado español.
El ‘segundo franquismo’, como se denominó también a este período, desarrolló una especie de peculiar capitalismo de estado con enormes empresas públicas que soportaban el peso fundamental de la economía y los servicios, destacando SEAT y Pegaso (automoción); Iberia (aeronáutico); Bazán, después Navantia (naval); Telefónica (telefonía); Tabacalera (tabacos); RENFE (trenes); Santa Bárbara (defensa); Hunosa (minas); Endesa (energía); Ensidesa (siderurgia), etc.
Se produjo una mutación en la fisonomía de España con el éxodo rural del campo a las grandes ciudades. En Andalucía, se produjo un fenómeno de emigración exterior hacia Francia, Bélgica y Alemania e interior, sobre todo, hacia Cataluña y País Vasco. En los años 60 fue cuando la mayoría de la población que vivía en el medio rural y dependía de la agricultura pasó a las grandes ciudades a trabajar en la construcción, la industria y los servicios.
A finales de los 50, surgen las comisiones obreras en los centros de trabajo. La primera fue en la mina La Camocha (Gijón) en 1957. Los sindicatos tradicionales de la clase trabajadora española, la UGT y la CNT estaban prácticamente destruidos por la represión franquista. Las primeras comisiones obreras no eran más que comités de representantes elegidos en asamblea durante una huelga que tenían origen y final en el conflicto. No será hasta 1964 cuando podemos decir que las CC.OO. inician su andadura como movimiento organizado, logrando la permanencia y la coordinación, en gran medida, del movimiento obrero español bajo el franquismo.
Esto no quiere decir, en ningún caso, que antes no se hubieran producido huelgas y protestas. A destacar, por ejemplo, la huelga general en Barcelona de 1951, cuyo desencadenante fue el aumento del precio del billete de los tranvías. Durante dos semanas, la gente se negó a montarse masivamente en los trenes. Incluso antes, en el verano de 1945, 1800 trabajadores de la empresa metalúrgica Maquinista Terrestre y Marítima —ubicada en la barriada de Sant Andreu, en Barcelona— no se presentaron a su turno de trabajo. En noviembre, paran 1000 obreros en la fábrica de Macosa en Valencia.
En los últimos días del año 1945, Barcelona es testimonio de la primera manifestación callejera bajo el franquismo. En enero de 1946 se produce la huelga del textil en Manresa, con victoria obrera por la subida de 75 pesetas mensuales en el salario y el cese del gobernador civil, que se atrevió a mediar. Inicia este movimiento un periplo de huelgas que se extiende por toda la geografía: huelga en los Altos Hornos de Hospitalet, Construcciones Aeronáuticas en Getafe, Standard Vanguard en Madrid, Renfe e Hispano Aviación en Sevilla, Bazán en Ferrol, Euskalduna en Bilbao, también La Naval y Astilleros; huelga general en Mataró, huelga del textil en Badalona, todo un movimiento huelguístico que desembocó en mayo de 1947 en la huelga general de Vizcaya que movilizó a 50.000 obreros y terminó con la ocupación militar de Bilbao, 4000 detenidos y la desarticulación de la UGT y la CNT.
Todos estos movimientos se desarrollaban motivados por una situación económica paupérrima para la clase trabajadora. En mayo de 1951, el coste de los alimentos se incrementó en más de un 30%, frente a los salarios, cuyo poder adquisitivo se desplomaba al 40% de los existentes en el año 1936. En Pamplona, el precio abusivo de una docena de huevos (17 pesetas) motivó una manifestación espontánea de 300 mujeres que se dirigieron al Gobierno Civil, donde fueron atendidas por el jefe de Falange. La represión posterior con mujeres heridas y detenidas ocasionó la primera huelga general en Pamplona, con 30.000 obreros en huelga, decenas de personas heridas por arma de fuego y 300 personas detenidos.
Con el surgimiento de las comisiones obreras y los primeros movimientos huelguísticos importantes, el PCE abandona la UGT y se adhiere al nuevo movimiento, al mismo tiempo que promulga la nueva política de la reconciliación nacional dictada por la nueva dirección en manos de Santiago Carrillo y Fernando Claudín.
B/ El deterioro del franquismo
En 1969, en medio de la conflictividad obrera y estudiantil, desencadenada por la ola del Mayo francés del 68, las Cortes franquistas declaran sucesor de Franco, que tenía ya 77 años, a Juan Carlos como futuro jefe de estado, en virtud de la Ley de Sucesión de 1947. También por vez primera se separó la jefatura del estado de la del gobierno, en 1973. El Almirante Carrero Blanco, íntimo colaborador de Franco desde hacía 30 años, accedió a la presidencia del gobierno aspirando a continuar la obra de la dictadura tras la muerte del dictador. El atentado de ETA en Madrid cortó la posibilidad de este franquismo sin Franco.
C/ El falso mito de la Transición modélica
La policía, la Guardia Civil y los grupos parapoliciales de la extrema derecha provocaron cerca de 300 muertes en intervenciones represivas oficiales o incontroladas agresiones de carácter ultra entre 1976 y 1980. La mayoría de las muertes se producen por desproporcionadas intervenciones de las fuerzas de orden público contra pacíficos manifestantes o huelguistas y también como resultado de criminales agresiones o atentados de bandas de extrema derecha.
La mayoría de las víctimas de esta represión calculada fueron jóvenes veinteañeros. Por señalar algunos de los casos más sonados: Francisco Javier Verdejo Lucas, en Almería, (19 años) cuando realizaba una pintada con la leyenda “Pan, Trabajo y Libertad”; Manuel José García Caparrós, en Málaga, (18 años) cuando participaba en una manifestación legal por la autonomía de Andalucía; Arturo Ruíz García, en Madrid, aunque era granadino (20 años), cuando participaba en una manifestación por la amnistía en Madrid; Gladys del Estal Ferreño, en Navarra, (23 años), cuando participaba en una acción contra las centrales nucleares; Yolanda González Martín, en Madrid, (19 años), secuestrada y asesinada por pistoleros de Fuerza Nueva.
Las fuerzas policiales conservan sus mandos reaccionarios, sus lógicas represivas, sus métodos de tortura y ensañamiento con los detenidos y en muchas ocasiones “se les va la mano” produciendo esas muertes. Igualmente, existe una tolerancia policial, cuando no colaboración activa con las bandas fascistas.

