Política

Aprendamos

Se cargaron a Julio Anguita cuando los sondeos le daban como el político mejor valorado. El grupo PRISA y la SER lo mataron políticamente en tres meses. Le llamaron visionario, lo catalogaron como un loco y él respondía que la utopía, a diferencia de la quimera, se conquista con lucha. Cuando Pablo Iglesias, con 70 escaños, demostró que se puede tener un mismo programa de transformación social con significantes nuevos y originales, con una narrativa diferente, con imágenes atractivas, muy alejadas de estéticas del pasado, mucha gente en las élites temblaron. Y organizaron la campaña de acoso y derribo por tierra, mar y aire, por fuera y por dentro del partido. Crearon un Podemos del IBEX 35. Hasta un directivo del Banco de Santander cuando en París le preguntaron por Podemos y la ruptura del tablero político español manifestó su tranquilidad: los bancos ya tenemos nuestro Podemos. Se refería a Ciudadanos. El PSOE de Sánchez quiso gobernar con CS y tuvo sus apoyos en el interior de Podemos. Unos apoyos que terminaron en rupturas traumáticas y fraccionales que terminaron en nuevos viejos partidos, por la derecha y por la ‘izquierda’. Nuevos viejos porque la experiencia histórica ha demostrado que entre la socialdemocracia de la tercera vía del PSOE y la izquierda transformadora no hay espacio para nuevos injertos. Tiempo al tiempo. Tampoco hay espacio para opciones identitarias y autoproclamatorias de supuestas alternativas por la izquierda, muy puras, pero igualmente ineficaces que sólo buscan la autoreproducción de militancia. Podemos y Pablo han tenido que soportar el acoso del sistema y el estado, con todas sus armas: medios, jueces, policías,… Una conjunción de intereses mayúsculos que necesitan corromper moralmente vía opinión pública a decenas de millones de ciudadanos y ciudadanas para seguir manteniendo los intereses de una insignificante minoría. Y lo han conseguido. Aprendamos la lección. No sólo vale lo electoral e institucional. Necesitamos movilización social. Necesitamos tejido organizativo. Necesitamos un programa que no sólo sea viable sino también ilusione y transgreda. Hay que dar la batalla de las ideas y mantener la tensión en la lucha por los valores progresistas. Cueste lo que cueste. Y, por supuesto, hay que dejarse ya de tonterías internas y buscar enemigos dentro. Altura de miras. La batalla está fuera y la hegemonía que tenemos que construir está en los barrios y los pueblos. Aprendamos.

Un comentario en «Aprendamos»

  • Entonces, ¿qué debemos aprender? Te dejo aquí algunas cosas a vuelapluma sobre Podemos y los medios de comunicación, por si te aportan algo:

    1.- En las elecciones de diciembre de 2015 salió a flote algo que se llevaba forjando en este país desde hacía tiempo. Ese nuevo relato, esos nuevos conceptos, esa nueva realidad que existía -y existe- en este país, tardó 4 años en traducirse en un gobierno, el gobierno de coalición de noviembre de 2019. Este gobierno se formó con los mismos apoyos que se podría haber formado en diciembre de 2015, pero la operación PISA, quirúrjicamente diseñada para reventar puentes entre PSOE y Podemos, consiguió lo que quería: boicotear la coalición de izquierdas.
    Lección: se puede. Pero cuesta tela.

    2.- Que Podemos también surgió gracias a una presencia muy importante en algunos medios de comunicación. Como la banda de rock que, tras ser aupada por una multinacional en su primer disco, después quieren hacer «su música» experimental, algo poco comercial, y entonces la multinacional la deja caer… o, como en este caso, peor: agraviados como si fuese un Frankenstein que se rebelara, tenían que acabar con él. Se trataba de un sistema aupado gracias a un enorme impulso mediático (no solo), y ese impulso se convierte en un freno en un momento dado. Para continuar el movimiento el sistema necesita de otras fuentes de energía cinética para no frenarse y caer. Lección: una fuerza transformadora debe contar con bases y organización para perdurar, no puede sustentarse demasiado en los medios de comunicación.

    3.- Los medios de comunicación, cual brazo armado de la derecha y la ultraderecha, han desarrollado una campaña sin precedentes en prensa, TV, redes… que la izquierda entre en esa guerra, creando medios de comunicación «demasiado» afines, es una pérdida de energías (pues nunca podrá competir en ese terreno) y una deslegitimiación ante muchos de sus votantes que no se identifican con esas batallas viscerales y simplonas entre tribus. Si en un principio la derecha no tenía el control de la comunicación en las redes sociales (no lo sé), el hecho ahora es que han conseguido convertirlas tal nube de mierda que las redes sociales son simplemente conjuntos de compartimentos estancos, sin poder de convicción y solo con capacidad de confirmación.
    Lección: no caer en el barro que propone la nueva ultraderecha.

    4.- El error que supone el exceso de personalismo es muy antiguo. Hay que recordar la estrategia del «subcomandante Marcos», líder del movimiento zapatista, que nunca mostró su cara ni se identificó como una única persona para evitar precisamete ese punto débil de los movimientos hiperpersonalistas: que se hundiera el movimiento descabezándolo. Además, el hiperpersonalismo hace que detalles en teoría menores acaben convirtiéndose en cuestiones trascendentales, casi de asuntos de Estado, o que deriven en la realización de consultas internas ridículas para acallar a las bestias. Pero si el error es muy antiguo, también son las recetas propuestas que muy pocas veces se ponen en práctica. No obstante, si han concentrado la artillería tanto en una sola parte del tablero, otras piezas deben poder aprovechar esa situación. Ánimo Yolanda.
    Lección: rotación de los cargos, rotación en los cargos, rotación en los cargos.

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